MUSAE FABULAS POETIS DICTANT
Avui a la classe de llatí de 4ESO hem traduït aquesta oració, alguns alumnes han preguntat que és una Musa, a partir d'aquí proposem la tasca següent:
a) Esbrina el significat de la paraula Musa
b) Escriu el nom de les Muses i digues quina és la funció de les mateixes.
c) Cerca una imatge que consideris representativa de les Muses.
divendres, 18 de febrer del 2011
diumenge, 6 de febrer del 2011
Text d'Ovidi (Orfeu i Eurídice)
Orfeo
y Eurídice
(Ovidio, Metamorfosis,
X, 1-71)
Orfeo
y Eurídice
De
ahí por el inmenso éter, velado de su atuendo
de
azafrán, se aleja, y a las orillas de los cícones Himeneo
tiende,
y no en vano por la voz de Orfeo es invocado.
Asistió
él, ciertamente, pero ni solemnes palabras,
5ni
alegre rostro, ni feliz aportó su augurio;
la
antorcha también, que sostenía, hasta ella era estridente de
lacrimoso humo,
y
no halló en sus movimientos fuegos ningunos.
El
resultado, más grave que su auspicio. Pues por las hierbas, mientras
la
nueva novia, cortejada por la multitud de las náyades, deambula,
10muere
al recibir en el tobillo el diente de una serpiente.
A
la cual, a las altísimas auras después que el rodopeio bastante
hubo llorado,
el
vate, para no dejar de intentar también las sombras,
a
la Estige osó descender por la puerta del Ténaro,
y
a través de los leves pueblos y de los espectros que cumplieran con
el sepulcro,
15a
Perséfone acude y al que los inamenos reinos posee,
de
las sombras el señor, y pulsados al son de sus cantos los nervios,
así
dice: “Oh divinidades del mundo puesto bajo el cosmos,
al
que volvemos a caer cuanto mortal somos creados,
si
me es lícito, y, dejando los rodeos de una falsa boca,
20la
verdad decir dejáis, no aquí para ver los opacos
Tártaros
he descendido, ni para encadenar las triples
gargantas,
vellosas de culebras, del monstruo de Medusa.
Causa
de mi camino es mi esposa, en la cual, pisada,
su
veneno derramó una víbora y le arrebató sus crecientes años.
25Poder
soportarlo quise y no negaré que lo he intentado:
me
venció Amor. En la altísima orilla el dios este bien conocido es.
Si
lo es también aquí lo dudo, pero también aquí, aun así, auguro
que lo es
y
si no es mentida la fama de tu antiguo rapto,
a
vosotros también os unió Amor. Por estos lugares yo, llenos de
temor,
30por
el Caos este ingente y los silencios del vasto reino,
os
imploro, de Eurídice detened sus apresurados hados.
Todas
las cosas os somos debidas, y un poco de tiempo demorados,
más
tarde o más pronto a la sede nos apresuramos única.
Aquí
nos encaminamos todos, esta es la casa última y vosotros
35los
más largos reinados poseéis del género humano.
Ella
también, cuando sus justos años, madura, haya pasado,
de
la potestad vuestra será: por regalo os demando su disfrute.
Y
si los hados niega la venia por mi esposa, decidido he
que
no querré volver tampoco yo. De la muerte de los dos gozaos.”
40Al
que tal decía y sus nervios al son de sus palabras movía,
exangües
le lloraban las ánimas; y Tántalo no siguió buscando
la
onda rehuida, y atónita quedó la rueda de Ixíon,
ni
desgarraron el hígado las aves, y de sus arcas libraron
las
Bélides, y en tu roca, Sísifo, tú te sentaste.
45Entonces
por primera vez con sus lágrimas, vencidas por esa canción, fama es
que
se humedecieron las mejillas de las Euménides, y tampoco la regia
esposa
puede
sostener, ni el que gobierna las profundidades, decir que no a esos
ruegos,
y
a Eurídice llaman: de las sombras recientes estaba ella
en
medio, y avanzó con un paso de la herida tardo.
50A
ella, junto con la condición, la recibe el rodopeio héroe,
de
que no gire atrás sus ojos hasta que los valles haya dejado
del
Averno, o defraudados sus dones han de ser.
Se
coge cuesta arriba por los mudos silencios un sendero,
arduo,
oscuro, de bruma opaca denso,
55y
no mucho distaban de la margen de la suprema tierra.
Aquí,
que no abandonara ella temiendo y ávido de verla,
giró
el amante sus ojos, y en seguida ella se volvió a bajar de nuevo,
y
ella, sus brazos tendiendo y por ser sostenida y sostenerse
contendiendo,
nada,
sino las que cedían, la infeliz agarró auras.
60Y
ya por segunda vez muriendo no hubo, de su esposo,
de
qué quejarse, pues de qué se quejara, sino de haber sido amada,
y
su supremo adiós, cual ya apenas con sus oídos él
alcanzara,
le dijo, y se rodó de nuevo adonde mismo.
No
de otro modo quedó suspendido por la geminada muerte de su esposa
Orfeo
65que
el que temeroso de ellos, el de en medio portando las cadenas,
los
tres cuellos vio del perro, al cual no antes le abandonó su espanto
que
su naturaleza anterior, al brotarle roca a través de su cuerpo;
y
el que hacia sí atrajo el crimen y quiso parecer,
Óleno,
que era culpable; y tú, oh confiada en tu figura,
70infeliz
Letea, las tuyas, corazones unidísimos
en
otro tiempo, ahora piedras a las que húmedo sostiene el Ida.
Implorante,
y en vano otra vez atravesar queriendo,
el
barquero le vetó: siete días, aun así él,
sucio
en esa ribera, de Ceres sin la ofrenda estuvo sentado.
75El
pesar y el dolor del ánimo y lágrimas sus alimentos fueron.
De
que eran los dioses del Érebo crueles habiéndose lamentado, hacia
el alto
Ródope
se recogió y, golpeado de los aquilones, al Hemo.
Al
año, concluido por los marinos Peces, el tercer
Titán
le había dado fin, y rehuía Orfeo de toda
80Venus
femenina, ya sea porque mal le había parado a él,
o
fuera porque su palabra había dado; de muchas, aun así, el ardor
se
había apoderado de unirse al vate: muchas se dolían de su rechazo.
Él
también, para los pueblos de los tracios, fue el autor de transferir
el
amor hacia los tiernos varones, y más acá de la juventud
85de
su edad, la breve primavera cortar y sus primeras flores.
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